¡¡Felíz Día a todos los Músicos!!
El 22 de noviembre se celebra el Día de la Música, un momento para homenajear a todos los músicos que tantas emociones nos hacen sentir. Este día conmemora el fallecimiento de Santa Cecilia, la patrona de la música.
La música es algo que nos rodea, es eso que nos acompaña cuando más lo necesitamos, también nos trae a la mente recuerdos alegres o tristes, es lo que cambia el ambiente de un lugar y nos puede transportar a otro mundo. La música nos educa, nos hace reflexionar, nos enseña otros idiomas o puede envalentonarnos para hacer eso que cambiará nuestra vida.
Todas las personas tienen gustos diferentes, algunos prefieren el rock, otros el pop, aunque un tema romántico nunca falta y ni hablar de la cumbia y reggaetón para bailar y dejarse llevar en un boliche o una fiesta, mientras que otros mueven el esqueleto con la bachata o al ritmo del 2×4 del tango.
Para la música no hay géneros ni razas, no distingue nacionalidad ni religión, un solo tema puede recorrer el mundo entero o jamás salir de la mente de su creador, incluso perdurar en el tiempo y existir durante siglos.
El 22 de noviembre se celebra el día de la música, pero no para recordar un tema, una banda o a un músico, sino que se conmemora el fallecimiento de Santa Cecilia, quien fue canonizada y nombrada como patrona de la música en 1594 gracias el Papa Gregorio XIII por: “haber demostrado una atracción irresistible hacia los acordes melodiosos de los instrumentos. Su espíritu sensible y apasionado por este arte convirtió así su nombre en símbolo de la música”.
Santa Cecilia fue una mártir que había entregado su virginidad a Dios y que podía ver a su Ángel de la Guarda. Las “actas” con su nombre aseguran que nació en el seno de una familia patricia de Roma y fue su padre quién, a pesar de sus votos de castidad, la obligo a casarse con Valeriano.
Consumado el matrimonio, Santa Cecilia le explica a su esposo que ella no puede entregarle su virginidad ya que de lo contrario su ángel de la guarda se molestaría, es por eso que Valeriano decide encontrarse con el Papa Urbano I para bautizarse y pasarse al cristianismo, seguido por su hermano Tiburcio que también optó por la religión cristiana.
Durante la época de persecuciones tanto Valeriano como Tiburcio fueron condenados a muerte por su elección religiosa y lo mismo ocurrió con Santa Cecilia, quién debía morir asfixiada en humo pero tras un día en dichas condiciones aún se escuchaba la voz de la santa cantando para mantener sus fuerzas. Es por tal hecho que su martirio termina con una condena de decapitación.