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En el Hogar San Martín, del barrio de La Paternal, comenzaron las visitas cuidadas con los parientes de los residentes.

Los hogares para personas mayores, que desde el 13 de marzo pasado no había permitido la visita de amigos o parientes de sus adultos mayores residentes, han comenzado a recibir visitas cumpliendo estrictos protocolos de higiene y distanciamiento.

Dado que el virus ataca con mayor facilidad a los adultos mayores, los primeros en desarrollar los protocolos de seguridad fueron los hogares San Martín, Rawson, el complejo Martín Rodríguez-Viamonte de Ituzaingó, y Necochea, que dependen de la Secretaría de Integración Social para Personas Mayores.

Los hogares de residencia permanente de personas mayores de la Ciudad cuentan con 5 sedes, donde se encuentran viviendo más de 1.300 personas, que se encuentran en la Ciudad y en la Provincia de Buenos Aires.

En la Ciudad se encuentra el Hogar San Martín, en el barrio de La Paternal, con 220 residentes, y el Hogar Rawson, mientras que en la Provincia de Buenos Aires se encuentran dos del Complejo Martín Rodriguez-Viamonte y uno en Necochea.

En el Hogar San Martín, del barrio de La Paternal, los adultos mayores tienen diariamente un grupo de profesionales compuesto por asistentes sociales, psicólogos, asistentes terapéuticos, gerontólogos, y nutricionistas.

Los residentes durante todos estos meses mantuvieron sus vínculos familiares en forma virtual, y con el objetivo de ir normalizando paulativamente las relaciones personales, se fueron creando protocolos para realizar las “Visitas Cuidadas” con familiares, que se llevan a cabo mediante profesionales que supervisan las visitas para asegurar el distanciamiento personal, sin participar del encuentro.

Al respecto, Gabriela Gaitán, especialista en psicogerontología, del Hogar San Martín, expresó: “Fue una evolución constante. Una de las primeras cosas que se sintió como una pérdida fue creer que no se iba a poder mantener el vínculo, pero a través de distintos elementos pudimos acompañarlos. Uno lo ve en los ojos, la emoción de los familiares que vuelven a ver a los residentes. A lo mejor hay personas que incentivan que los residentes hagan algún movimiento, los estimulan mucho, y uno a la distancia ve eso y también se emociona. También están los casos de quienes se convirtieron en abuelos en este tiempo y les traen fotos nuevas impresas y eso también genera una emoción muy importante”.

Por su parte Mariel Rodríguez, jefa del Servicio Social del Hogar San Martín, comentó: “Si bien a lo largo de tantos años de trabajo uno ya había desarrollado y mantenido un vínculo con los residentes, esta pandemia los reforzó desde el acompañamiento, la contención y sosteniendo los vínculos con las familias que los residentes lo valoraron mucho. En este tiempo se necesitó mayor intervención y también corrernos del rol que teníamos para asumir diferentes roles con ellos. Los acompañantes no estamos literalmente junto a las visitas, pero si velamos por el cumplimiento de las normas de uso de barbijo, sanitizar las manos, cuidar que no haya contacto y que se respete el tiempo”.

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