Día del vecino
En el día de la segunda fundación de Buenos Aires en 1580, se celebra el Día del Vecino y el Día del Vecino Participativo.
El origen de la palabra “vecino” se remonta a España, donde para censar la población se consideraba como “vecino” a una familia, es decir que cada vivienda era un vecino, que podía estar compuesta por uno o varios integrantes. Hasta que en 1768, ante la dificultad de saber exactamente la cantidad de población, se ordenó tomar los datos de las parroquias, donde constaba la edad y sexo de cada uno.
En Buenos Aires, por una ordenanza del gobierno porteño, el 24 de junio de 1959, se instauró el 11 de junio como el “Día del Vecino”, pues es la fecha de la Segunda Fundación de Buenos Aires, y en 1990 se declaró en la Ciudad de Buenos Aires, ese mismo día como “Día del Vecino Participativo”.
Con el correr de los años, las relaciones entre vecinos han ido cambiando según los tiempos. Antiguamente los habitantes de una misma cuadra, se consideraban casi como de la misma familia y se ayudaban en todo unos a otros y compartían sus penas y alegrías, así como se organizaban para solucionar los problemas del barrio que los afectaba, pero al comenzar los problemas económicos y políticos en el país, cada familia se fue abocando a sus propios problemas y se dejó de tener tiempo para los demás, ni para concurrir a las reuniones a tratar temas vecinales.
En las grandes ciudades, los pobladores corren con los problemas en sus trabajos, con sus hijos y con los problemas de salud, y por ende ni saben quien se mudó a su cuadra en los últimos días, y en los edificios, la mayoría de las familias no conocen a quien vive arriba, abajo o al lado.
De este modo se fue desnaturalizando la condición de “vecino”, que antes era trabajar para un interés común al barrio, ayudar al de al lado en lo que necesitaba, o contenerlo afectivamente en sus momentos difíciles.
Por estos motivos, se instauró el “Día del Vecino Participativo”, en 1990, para homenajear el trabajo que realizan en los barrios, los vecinos con el gobierno o con las organizaciones barriales, asociaciones deportivas, o sociedades de fomento, y se distingue cada año a los vecinos destacados de cada lugar.
Buenos vecinos
©Andrés Díaz Marrero
— ¡Buenos días!, don gorrión.
— ¡Buenos días tenga usted!
— Ha llegado usted temprano,
veo que viene a comer.
En el patio hay gusanitos,
semillas a tutiplén
y agua empozada en las hojas
por si le gusta beber.
Hay un guayabo llenito
de pirúas olorosas
y un árbol de pomarrosas
para saciar su apetito.
— Gracias por la invitación.
Le estoy muy agradecido.
Es usted buena persona
y un excelente vecino.
Tiene un hermoso jardín
al que cuida con esmero
también tiene un limonero
y un gallito cantarín.
Qué bueno venir aquí
cuando el sol rayos desgrana
a darle los buenos días,
tempranito en la mañana.
— Gracias, me tengo que ir,
es usted buen pajarito.
El pequeño gorrioncito
Alas comenzó a batir
y ufano, con hondo trino,
respondió con alegría:
— ¡y usted el mejor vecino!